Los Beneficios de desarrollar la inteligencia emocional en niños/as

Los Beneficios de desarrollar la inteligencia emocional en niños/as

Las emociones influyen directamente en nuestra forma de pensar e indirectamente en nuestra manera de actuar. Una actitud que está muy presente en muchos niños hoy en día es la baja tolerancia a la frustración. Hay niños que muestran continuas rabietas cuando no consiguen lo que quieren de manera inmediata, o cuando algo no les sale bien, se enfadan y golpean o pelean contra alguien pagando con los demás sus reveses o sus fallos. Aunque en esas situaciones no nos demos cuenta, estos comportamientos van a afectar a su capacidad de aprendizaje, porque se sienten frustrados y aprenden a tranquilizarse en ese tipo de situaciones mediante golpes, discusiones o peleas, y también afectará a sus relaciones sociales, porque no se comportan de una manera adecuada con los demás.

Los beneficios que se obtienen tras desarrollar y potenciar la inteligencia emocional en niños/as son los siguientes:

 

 

  • Ser una persona emocionalmente inteligente es bueno para nuestra salud. Las emociones residen en el centro emocional del cerebro, la amígdala. Esta posee lazos muy fuertes con el sistema inmunológico y el sistema cardiovascular. Por lo que nuestras emociones juegan un papel muy importante en la aparición de enfermedades comunes, como un resfriado, y en la aparición de enfermedades del corazón. La tensión, los continuos estados de preocupación, la visión pesimista sobre las cosas que nos suceden, no sólo perjudican nuestra salud emocional, sino también nuestra salud física.

 

 

  • La inteligencia emocional nos permite hacer críticas constructivas con un tono de voz apropiado, para mostrar una queja a otra persona, de esta forma se consigue que nos escuche (en realidad ese es nuestro principal objetivo). Lo importante es hacerle saber a esa persona cómo nos hizo sentir con su actuación. Esto nos ayudará a solucionar problemas sociales de la manera menos perjudicial para nosotros y para los demás. Conseguimos expresar lo que queremos transmitir y sentimos que los demás no se han sentidos atacados y han entendido lo que ha sucedido, porque se han parado a escucharnos.

 

  • Muchas investigaciones señalan que tener una elevada inteligencia emocional se asocia con un alto nivel intelectual. La autorregulación y el manejo de nuestras emociones son fundamentales para nuestra capacidad de aprendizaje en cualquier área. Por este motivo, los responsables de la educación de los niños/as, deben enseñarles a identificar sus emociones y la utilidad de estas en su día a día, a canalizarlas cuando se presentan intensamente, etc. Esto les ayudará a controlarse y a mostrar empatía con las personas que les rodean.  Cuando un bebé llora, su cuidador le atenderá para regular su llanto. Inconscientemente, ese cuidador le está proporcionando al bebé una lección de empatía, ya que, al escuchar el llanto, sabe que el bebé no se siente bien y le da la atención que necesita.

 

  • La inteligencia emocional influye en la toma de decisiones. Cuando uno se conoce a sí mismo, sabe cómo se va a sentir si decide hacer una cosa u otra, porque en la toma de decisiones se analizan las consecuencias que pueden tener nuestros actos, por lo que ese autoconocimiento será clave para decidir qué hacer en muchos momentos de nuestra vida.

 

  • Las emociones son las encargadas de formar nuestra actitud frente a la vida. Si somos capaces de reconocer cómo nos sentimos en un momento determinado y cómo controlar la intensidad de esos sentimientos, para que no nos perjudique, probablemente la actitud, que adoptemos será mucho más positiva, que si no tenemos esa capacidad.

 

En definitiva, la educación es fundamental para desarrollar la inteligencia emocional en los niños y niñas es imprescindible para que estos se sientan mejor con ellos mismos y con los demás. Si se les enseña esta habilidad desde pequeños, no tendrán ningún problema en buscar estrategias para relacionarse saludablemente con las personas que les rodean, para regular sus propias emociones y para elegir la mejor solución en situaciones difíciles o de alto riesgo. Además, aceptarán, sin causarles frustración, que las personas no siempre sienten, piensan o actúan como nosotros queremos y esto irá unido al respeto y la tolerancia que manifiesten en su día a día, aprendiendo a ser mejores personas con los demás.

 

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